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Un modo de pensar viejo y fuera de época

Un modo de pensar viejo y fuera de época

Este artículo apareció originalmente en Univisón.com.

Desafortunadamente, muchos en Washington están empecinados en un modo de pensar viejo y fuera de época. Sin darse cuenta real de las fallas que generan los planes centralizados, y sin notar como las nuevas tecnologías empoderan a los individuos, ellos proponen las mismas, viejas y gastadas soluciones. Al poner a Washington al frente, se gasta más dinero del necesario, y son menos eficientes de lo que pudieran ser. Muy a menudo, son contraproducentes.

Hillary Clinton, por ejemplo, es una voz cantante para una mayor centralización que da más y más poder a Washington. Ella ya ha hablado a favor de aumentar el gasto y la deuda en 1.2 billones de dólares, sin ningún plan que especifique cómo se va a pagar por ello. Ella no ofrece una solución al sistema de salud; por el contrario, pide cambios que harían la nueva ley de salud aún más costosa. La necesidad de que haya cambios centrados en lo que el paciente requiere, no puede ser más clara. Hasta el New York Times reporta ahora acerca de los costosos planes creados por la nueva ley, que ofrecen tan malos beneficios que los asegurados a veces estarían mejor sin estos planes.

En cuanto a la educación, la señora Clinton ha dicho previamente que apoya las escuelas públicas chárter. Pero se opone a las reformas de Opciones Escolares que se discuten hoy en día: los vales educacionales y las cuentas de ahorro para educación. Si eres un padre con un niño estancado en una escuela que no es buena, no hay nada más importante para ti que poder darle a tu niño las herramientas para que pueda ser exitoso en el futuro: una buena educación. Hillary Clinton no reconoce esto.

Existe la necesidad de que haya regulaciones gubernamentales, para promover la seguridad, y por otras razones válidas. Pero el exceso de regulaciones limita la posibilidad de elegir, recorta la oportunidad económica, Daña la economía y lastima a los trabajadores. Ahora, millones de americanos están lidiando con las regulaciones del gobierno que los obligan a comprar costosos seguros de salud que los protegen de cosas con las que jamás tendrán que enfrentarse. Deberíamos confiar en los estadounidenses para que tomen sus propias decisiones, porque generalmente tomamos mejores decisiones para nuestras vidas que las que pueden tomar Washington por nosotros. Por el contrario, la señora Clinton apoya nuevas e innecesarias regulaciones que le costarían a nuestra economía miles de millones de dólares, y que en última instancia le pondrían trabas a la gente para que pueda ganarse y construir un mejor futuro.

Hillary Clinton también apoya las políticas que recompensan a las compañías que están fallando en el mercado. Esta es una pregunta importante: Si una empresa de seguros, o un productor agropecuario, o un exportador, no pueden conseguir el éxito vendiéndoles sus productos a los consumidores, ¿debería serle posible hacer dinero a través de ganar favores de políticos? La mayoría de quienes pagan impuestos dirían que “no”, pero Hillary Clinton está a favor de las excepciones impositivas y los subsidios para algunas de las compañías más grandes de los Estados Unidos. En unos pocos años, ella no debería sorprenderse cuando estas fallidas compañías lleguen a Washington pidiendo rescates económicos.